2024/04/09

La evaluación de competencias en el área de Religión

 


 

Desde que el sistema educativo se basa en el desarrollo y adquisición de competencias, uno de los retos que se le presenta al profesorado es la evaluación de dichas competencias. Continuamos con la serie de artículos que aborda este tema.

Índice:

Alineación de elementos curriculares: la clave para la validez en la evaluación.

Tipos de evidencia

Continuamos con esta serie de artículos sobre la evaluación de las competencias en el área de Religión.

 

Alineación de elementos curriculares: la clave para la validez en la evaluación.

El diseño de toda actividad de evaluación debería fundamentarse en los aprendizajes que se pretenden evaluar para comprobar el nivel de logro que han adquirido los estudiantes. Así, permiten obtener distintas evidencias de nuestro alumnado: respuestas a preguntas, desempeños, procesos y productos.

Los referentes de la evaluación (en término de aprendizaje), no pueden ser otros que la concreción que se hace de éstos en los criterios de evaluación. Sea en el marco de un área, materia o ámbito, y que se relacionan con los objetivos generales de etapa, competencias específicas y saberes básicos.

Una evaluación válida y fiable procurará que las actividades de evaluación permitan desarrollar y comprobar los aprendizajes definidos en el currículo y, a su vez, estos aprendizajes guiarán la selección y configuración de los instrumentos de evaluación. La alineación de estos tres elementos: criterios, actividades e instrumentos de evaluación, por tanto, se considera crucial en el diseño de la evaluación.

Una competencia es un desempeño. Un desempeño supone integrar conocimientos, destrezas (habilidades y procedimientos) y actitudes y aplicar esa integración de forma práctica y creativa en la ejecución de una tarea que debe tener una relación clara con la vida (lo que denominamos el contexto). La competencia supone un hacer y un ser que se enfrenta de forma eficaz a la resolución de problemas. No es sólo un saber. Es un saber aplicado (hacer, “hago cosas de manera competente”) y un saber integrado a mi persona (un ser, “soy una persona competente en…”) que me permite resolver problemas de forma eficaz. Los conocimientos, las destrezas y las actitudes de cada competencia, son las tres dimensiones de la competencia: dimensión cognitiva (conocimientos), dimensión instrumental (destrezas y procedimientos) y dimensión actitudinal (actitudes y valores).

Por eso, se identifica la competencia con su desempeño, porque representa una aplicación práctica de lo que se sabe. Una competencia no es únicamente “poder hacer” (capacidades), ni sólo un “saber hacer” (conocimientos exclusivamente), sino que es “hacerlo”.


Por tanto, evaluar una competencia es evaluar su desempeño. Se trata de evaluar la resolución de una tarea o problema con eficacia.

Para la evaluación de competencias deben proponerse actividades que recojan evidencias que demuestren el grado de desempeño de nuestro alumnado y, para ello, utilizaremos los instrumentos de evaluación que se presenten como más idóneos. Esto es, supone diseñar instrumentos en los que el alumnado demuestre con desempeños (evidencias) que puede realizar las tareas de las competencias exigidas.

La siguiente tabla ilustra la relación entre las dimensiones de las competencias, los instrumentos de evaluación que podemos usar y el tipo de evidencia que recogen dichos instrumentos.

Esta tabla nos ayuda a reflexionar sobre qué evidencias pedimos a nuestro alumnado y qué dimensiones de las competencias observamos en las mismas. Por ejemplo, si queremos evaluar conocimientos (aprendizaje de contenidos), las respuestas a preguntas (orales, escritas) sería un medio adecuado; pero no podremos evaluar destrezas y actitudes con un cuestionario.

Por ello se hace necesario combinar distintas evidencias: desempeños, productos, procesos y respuestas a preguntas, con unos buenos indicadores, y, así, obtendremos unos potentes instrumentos de evaluación. Estos indicadores deben surgir del análisis de las competencias específicas y sus criterios de evaluación.

La evaluación “tradicional” está centrada únicamente en un currículo basado en la adquisición de conocimientos, cuya principal fuente de evidencia son las respuestas que proporciona el alumnado por medio de un cuestionario o examen (instrumento de evaluación).

La evaluación de una situación de aprendizaje en clave competencial se basa en un currículo donde predominan los aprendizajes basados en conocimientos, destrezas, habilidades y valores y actitudes, que se centra en la obtención de evidencias a través de desempeños, productos y procesos, utilizando para la valoración de los aprendizajes instrumentos como: rúbricas, escalas de valoración y listas de cotejo o comprobación.

 

Tipos de evidencia

Según hemos visto en la tabla anterior, disponemos de los siguientes tipos de evidencias...

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