2011/02/04

DE DIOSES Y HOMBRES

Alineación al centro
SINOPSIS
Un monasterio en las montañas del Magreb en los años noventa. Ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con la población musulmana.
Un grupo de fundamentalistas islámicos asesina a un equipo de trabajadores extranjeros y el pánico se apodera de la región. El ejército ofrece protección a los monjes, pero estos la rechazan. ¿Qué deben hacer? ¿Irse, quedarse? A pesar de la creciente amenaza, empiezan a darse cuenta de que no tienen elección y deben quedarse, pase lo que pase.
La película se basa a grandes rasgos en la vida de los monjes cistercienses del Tibhirine, en Argelia, desde el año 1993 hasta su secuestro en 1996.

CRITICA
(JOXE ARREGI)
"No sé por qué el título español dice “De dioses y hombres”, siguiendo a la versión inglesa (“Of Gods and men”). Creo que el original francés (“Des hommes et des dieux”) debería traducirse más bien “Hombres y dioses”. La película no habla “acerca de dioses y hombres”, sino acerca de unos hombres tan humanos que encarnan a Dios. Pues Dios no habita en el cielo, ni desciende a veces de lo alto, sino que es la entraña de la tierra y de todo lo entrañable. Y cuando entrañas a Dios en tu vida, entonces eres dios con minúscula e incluso con mayúscula.

Soy lego en la materia, y no sé juzgar sobre la calidad artística de la fotografía, el montaje, la interpretación o la banda sonora. Pero me parece una película maravillosa. Uno se siente subyugado, sumergido de comienzo a fin en un mundo de belleza y de bondad, Y uno se dice: “¡Oh, sí! Esto es lo real, lo más verdadero a pesar de todo. Esta es la humanidad verdadera, más allá de la dominación, la vanidad y la codicia. Esta es la religión verdadera más allá de la verdad, de la ley y del miedo. Oh sí, Dios es Eso, es Ahí, ese Fondo o ese Rostro de ternura en que todos podemos descansar. Dios es ese silencio que estalla en palabras y melodías. Dios es esa penumbra en que todo se ilumina. Dios es esa conversación tan natural entre el anciano y entrañable monje médico y la sencilla muchacha musulmana que le habla de sus amores, sentados ambos contra el muro del monasterio al sol de la tarde. Dios es esa naturalidad, esa franqueza, esa humildad. Dios es esa Humanidad...” (... seguir leyendo)

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