El autor asegura que «no es monopolio de nadie la lectura de unos textos que tienen la hondura humana, el potencial de sugerencia y la carga de esperanza que poseen los relatos evangélicos de Navidad». «Pero también hay que decir que no todas las interpretaciones son legítimas y, por eso, nadie más interesado que los creyentes en la lectura seria y crítica de lostextos que hablan de los orígenes de Jesús», añade
(EL Correo 31.12.2005. RAFAEL AGUIRRE)
Cuando un niño descubre que los Reyes Magos son los padres parece que se acaba con su inocencia, pero cuando muchos padres se enteran de que los Magos mencionados nunca existieron se tambalea su fe, si la tienen, o se confirma su escepticismo religioso. Sin embargo eso no es nada. Los estudiosos del tema saben que no es claro que Jesús naciera en Belén, porque pudo haberlo hecho en Nazaret; ni que su nacimiento tuviera lugar en una cueva, que no es mencionada nunca en los Evangelios canónicos; por supuesto, no sabemos la fecha y son sumamente improbables la matanza de los inocentes y la huida a Egipto de Jesús y sus padres. Se trata de leyendas y mitos acuñados por los primeros creyentes en Jesús, utilizando elementos del mundo helenístico y judío y que han servido para legitimar en nuestra cultura las fiestas universales del solsticio de invierno, ahora en competencia o colaboración, que no lo tengo claro, con Papá Noel, Santa Claus, el Olentzero y otros personajes, en un pluralismo cultural, en buena parte inducido artificialmente y que se me antoja un mejunje superficial, que me temo sea un indicio nada halagüeño de cómo algunos entienden la interculturalidad tan de moda. (Seguir leyendo en EL Correo)
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